SUSANA TORRES MOLINA:
(1946- Dramaturga y directora argentina)
Es importante entrenar una mirada radiográfica que trate rigurosamente cada resolución, cada detalle. El trabajo sobre el detalle se logra a través de la repetición. Desde el rol directriz se necesita generar las condiciones para que el actor cree en la permanente tensión de un movimiento abierto (improvisación) y luego cerrado (repetición). Esta técnica actoral, con semejanzas a la preparación de un músico, en cuanto a su estructura de repetición e improvisación, fue creada por el director teatral ruso Meyerhold, que era violinista. Y él mismo, en los ensayos de sus espectáculos acostumbraba a trabajar con un músico, para que sus actores no perdieran el ritmo. La partitura. La repetición permite al actor mecanizar los movimientos hasta olvidarse de ellos. Y pareciera que recién ahí puede concentrarse en cargarlos de un sentido particular y potente. Lo que se dice, cabalgar su propio caballo.
Muchas veces he comprobado que las soluciones más adecuadas y auténticas surgen del encuentro con las limitaciones y obstáculos. El acto creativo pone en primer plano algo que antes no estaba. Para hacerlo posible nos nutrimos de lo desconocido. De lo que todavía no tiene nombre ni sustancia. El caos. Lo informe. Si logramos atravesar la aridez de lo confuso e inasible, si la posibilidad del fracaso no nos paraliza, hay un momento, -después de una máxima tensión-, en donde el rompecabezas comienza a armarse. Las piezas asombrosamente encajan con fluidez, mostrándonos signos inesperados. Son instantes plenos de vitalidad y fascinación, donde la creatividad se hace presente.
El teatro no es la representación de la vida. Es la representación de una ensoñación de la vida”. (Chejov) Mucho más cerca de los sueños que de cualquier otra cosa. Es preciso para un artista ser curioso y vivir en estado de asombro, de extrañamiento. Tener la capacidad de inaugurar puntos de vista. De mirar lo que se ha visto cientos de veces como si fuera la primera vez. Cuando no tengo claro lo que busco, ni sé muy bien qué quiero lograr, y estoy confusa en cuanto a medios y fines, y un tanto asustada por la expectativa y la demanda, es ahí, lo sé, cuando tengo mayores posibilidades de crear. La creación es un magnífico exorcismo al desequilibrio y a la desesperación. Es al mismo tiempo la cura y la manifestación de ese desequilibrio y desesperanza. También resulta una digna forma de encauzar la locura. Porque sin chispazos de locura, -de enormes ganas de poner todo patas para arriba, de patear el tablero-, no hay creatividad. Pero sin creatividad la locura se vuelve sólo desorden estéril. Asimilar con el cuerpo que en un corto recorrido se pueden lograr cambios imprevistos. Virajes bruscos. Quiebres insólitos. Silencios contundentes. Balbuceos. Perturbaciones. En la dramaturgia y también en la pesquisa de situaciones durante los ensayos, hay que huir de la línea recta. Nada que sea directo, rápido y cómodo puede ser interesante. Arte: Condensación de intensidades. El Teatro. Un anhelo compartido por ocupar zonas deshabitadas. Por ignorar los propios bordes. Y luego, volver la mirada hacia adentro y re-conocer lo singular de nuestras creaciones. Como dice Eugenio Barba:” Creo que si continúo haciendo teatro es porque esto me permite encontrar hombres y mujeres que no se sienten cómodos ni satisfechos en sus condiciones y continúan alzándose en puntas de pié, como si un día pudiesen volar”.
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