MICHAEL CHEJOV:
(1891- 1955, actor director y escritor ruso; llevo adelante su carrera en Rusia, Alemania, Francia y finalmente en Estados Unidos)
El actor comienza por recurrir a toda clase de trucos y viejos moldes teatrales, con lo que muy pronto acumula hábitos de actuar y amaneramientos corporales. Pero más allá de que sean buenos o malos hábitos, son un reemplazo para sus reales emociones o sentimientos artísticos, para una creación auténtica en el escenario.
¿No es el actor en el verdadero sentido un ser que se haya dotado de la habilidad de ver y experimentar cosas que se mantienen ocultas para el promedio de las personas?
¿Y no radica su misión real, su gozoso instinto, en transmitir al espectador, como en una especie de revelación, su propia impresión de las cosas, como él las ve y las siente?
Los razonamientos a secas matan la imaginación del actor. El actor necesita despertar su imaginación, o no podrá ser actor.
Si un actor se limita a decir los textos escritos por un autor y ejecutar los movimientos pautados por el director, sin buscar la oportunidad de improvisar, se hace a sí mismo el esclavo de las creaciones ajenas. Es erróneo pensar que ya el autor y el director hicieron todo el trabajo de creación y que el actor tiene poco margen para expresar su propia individualidad creadora.
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